Seguidores

sábado, 19 de noviembre de 2011

Instante 40



Ahora, en la oscuridad, con el recuerdo de su cuerpo pegado al mío, lo único que tenía que hacer era pronunciar su nombre y él aparecería bajo el edredón;
moverme un centímetro, y tocaría un hombro, una rodilla;
susurrar su nombre una y otra vez hasta estar segura de que él también susurraba el mío, nuestras voces entrelazadas en la oscuridad, como las de los amantes de un cuento antiguo que jugaban a cortejarse con un solo cuerpo.

No hay comentarios: