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lunes, 30 de enero de 2012

Instante 46



Vale, lo gritaré lo más alto posible. Que te peten. Pero bien petado. Que te pongan en el corazón una diana y que te tiren dardos, a ver si así sientes algo. Que ese ego tan grande que tienes te explote de una puta vez. No, no puedes. No puedes venir aquí, subir las manos por mis piernas, y pensar que las voy a abrir. Ya vale. ¿No te cansas? Enserio, ¿no te cansas de decepcionarme tanto? Te gusta jugar, pero no que jueguen. Conmigo las cosas no van así. Si entras en mi cama una noche, tendrás que quedarte hasta que suene la alarma. Nada de irse a escondidas a ciertas horas de la madrugada. Si me pides un cigarro después de un orgasmo, no te lo negaré. Pero antes de que des la última calada quiero otros muchos revolcones.
Al final siempre soy yo la que pierde el culo por ti. La que utiliza la lengua para hacerte caricias en el cuello.
Me he cansado ya de noches en vela, esperando señales tuyas. De quedarme sentada en la cama, con la almohada en la cara, maldiciendo cada segundo en los que te regalé mi felicidad. Yo hoy con tus Te quiero me limpio el culo. Prometo que mañana no te llamaré. Ni mañana, ni pasado. Y yo si cumplo mis promesas.

domingo, 22 de enero de 2012

Instante 45



Creo que voy a ir de bar en bar buscando lo que contigo no he podido encontrar.
No, no te arrepientas ahora. Te lo advertí, teníamos la fecha de caducidad tatuada en la frente pero ninguno de los dos quiso mirar.
Seguimos jugando, mirándonos a los zapatos. Dicen que puedes conocer a una persona por los zapatos que usa, aunque mi madre siempre me dijo que si seguía mirándome los pies terminaría cayéndome. Pues mira, me caí de bruces contra el suelo.

miércoles, 4 de enero de 2012

Instante 44



Llevo media hora delante del teclado, pensando en qué quiero escribirte, sin darme cuenta de que el problema es que ya no tengo nada que decirte.
Que ya no tiene ningún sentido todo esto y que me da vértigo.
Que todo lo que fue, que todo lo que pudo haber sido, ahora sea nada.
Que lo único que quede de ti sea que suene aquella canción que me recuerda a nosotros o una mesa vacía en la zona apartada de un bar irlandés.
Y me emborracho de recuerdos que quizá ni siquiera existieron porque no consigo entender esa facilidad tuya de borrónycuentanueva.
Y ya no me consuela que no seas bueno para mí; ya no me consuela nada.
(Y hoy, justamente hoy,  llueve)