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miércoles, 12 de octubre de 2011

Instante 29




Ella está confundida.
Por los gritos, por la rabia, por el amor rebentado, por el dolor físico, un corazón roto, una amistad partida, una emoción despedazada, un sentimiento turbado, curvado y cortado.
Así se siente.
Con la música zumbando intensamente en la cabeza y una fragilidad interior, una sutil aflicción, una lágrima repentina y el deseo de no hablar.
-¿Qué pasa?
-Se ha acabado y ya está.
¿Acabado? Esa palabra es casi como un grito desgarrador.
Al oírla pronunciada en su mente, su corazón parece retorcerse y extenderse como una goma elástica de absurdas capacidades, tensa como un arco violento y listo para lanzar la dolorosa flecha, más y más tensa, hasta lo inverosímil, hasta romperse como en cinco cuerdas de un instrumento llevadas a la exasperación, el último suspiro de un viejo cantante de rock en su último bis, el último canto de un viejo cisne, ya ronco.
Cuánto echa de menos esos ojos.
Querría sentir eso y mucho más.
Ni siquiera el peor de los dolores físicos puede compararse con el que siente en éstos momentos su corazón.
El absurdo de ese neumático vacío, la ausencia total de todo, como respirar en un mundo sin aire, como beber de un vaso vacío, como tirarse a una piscina sin agua, la ausencia de cualquier sonido, palabra, color, alegría, felicidad, sentimientos cristalizados, como si el mundo se hubiera partido por la mitad.
Así es el vacío desgarrrador que siente Ella.

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