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domingo, 4 de septiembre de 2011

Instante 10



Y pasaron las horas tendidos sobre sus pensamientos y con una inquietud por dentro de la cual ninguno daba pie a salir.
Cada uno esperó en vano la disculpa del otro, como si fueran un par de niños enfrentados.
El orgullo de ambos podía más que el corazón y así nunca conseguirían ser felices.
Se evaporaron por la rabia las ganas de despedirse con un beso.

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