Él, jamás había sido dado a las demostraciones afectivas, justo en arrumacos y te quieros y poco derrochador de caricias tiernas, y todo ello se acrecentaba si estaban en público.
Al contrario, Ella era abrasadora en abrazos y ardores, pero necesitaba un receptor dispuesto y pocas veces se daba la siuación, sólo entonces se derramaba en ríos de fuego que podían hacer arder glaciares enteros.
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